Existen cientos de leyendas terroríficas que surgen de muertes trágicas, pero si escarbamos entre todas ellas encontraremos que algunas provienen de casos donde el amor o el desamor trascienden a lo sobrenatural, en las paredes de la casa de los perros aun se refugia una de estas historias.

Esta leyenda comienza a finales del siglo XlX, cuando desde el pueblo de Tequila Jalisco, llega a la ciudad de Guadalajara un adinerado cafetero llamado Jesús Flores. La vivienda donde este caballero se dispuso a vivir está localizada en la zona centro, siendo en ese entonces la zona mas costosa y prestigiosa, digna de un millonario recién llegado a la ciudad. La propiedad fue creada con estilo neoclásico y la fachada fue hecha de cantera labrada, material que en aquel entonces comunicaba opulencia en cualquier recinto.

Un hombre tan adinerado no podía pasar desapercibido. Jesús, tenía todo para tener a la mujer que quisiera y formar una familia tan grande como el deseara, que además en ese entonces era lo que se acostumbraba. Pero al contrario de estas suposiciones, este hombre estaba solo, el dinero, el éxito y los negocios no eran problema, pero la realidad es que al final del día Jesús no tenía con quien compartir tan grandes logros.
El hombre puso sus ojos en una propiedad vecina, y no por el exterior si no porque, en ella, vivía una mujer viuda con sus 3 hijas, muy reconocidas por su sorprendente belleza y elegancia. Fue así como casi en sus 70 años, despierta en Jesús la necesidad de dedicar su tiempo a una familia, y la belleza de una de estas mujeres agitaría aún más esta inquietud.
El hombre no dudo en cortejarla; le envió numerosos y muy costosos regalos a la joven antes de presentarse en su casa con la intención de despertar en ella interés, pero aquí es donde comienzan los desamores de Jesús.
Elodia González Rubio era el nombre de esta afortunada mujer, que fue elegida por uno de los hombres más asediados por las damiselas de ese entonces, sin embargo ella ya estaba comprometida con un prestigioso alfarero de Tlaquepaque, rechazando así la propuesta de matrimonio de nuestro adinerado cafetero.
Pero a pesar de que el hombre fue rechazado ese día, más tarde se daría cuenta que fue otra mujer la que tomó la decisión de vivir la vida que Elodia acababa de rechazar tan tajantemente.
Se trataba de su propia hermana, Ana González Rubio, quien busco a José para decirle que ella si estaba dispuesta a ser su mujer, y aunque Jesús no la había considerado con anterioridad, sabía que no quería pasar lo que le quedara de vida solo, así que aceptó y la hizo su esposa.
La primera y mas grande petición de Ana fue que la casa donde vivía Jesús y que también sería su hogar, tuviera algunas modificaciones que hicieran la construcción digna de un matrimonio adinerado. Se construyo una segunda planta en la propiedad, y toque final, Ana quería mostrar excentricidad en su gran nueva residencia coronándola con un par de estatuas en forma de perros traídas desde Nueva York.
Al paso del tiempo nace un amorío entre Ana y José Cuervo, quien era descendiente de una importante familia tequilera y quien además era el administrador de su esposo. Ante esta situación Jesús decide llevar a su esposa de viaje en una embarcación para alejarla de los deseos que el ya sospechaba, sentía por su trabajador.
Pero en el camino, y como si hubiera sido sacada de una película de terror, una gran tormenta los envistió, haciéndoles creer que perderían la vida. Ambos prometieron que si alguno sobrevivía, iba a dedicar oraciones al que falleciera, afortunadamente esto no paso, pero después de volver a casa y pasado el tiempo, el señor Jesús fallece.
Se dice que nuestros seres difuntos nos pueden ver y cuidar desde el mas allá, pero lo único que Jesús vería es como sus sospechas eran ciertas y como su viuda no tardaría en contraer matrimonio con José Cuervo.
Ante los intensos señalamientos de la sociedad, el nuevo matrimonio decide dejar la casa de los perros y mudarse a una finca que el día de hoy es la tesorería de Guadalajara.
Ana y José fallecieron llevándose a la tumba el deseo de vender la gran casa de los perros pues sus escrituras nunca fueron encontradas. Es aquí donde nace la leyenda que paso de boca en boca hasta nuestros tiempos, pues dicen que el alma de don Jesús revelara y otorgará sus escrituras a quien le dedique los rezos que su esposa no le otorgo, pero esto con una condición, la de hacerlo a la media noche parado justamente donde yacen sus restos, en un enorme mausoleo en lo que hoy conocemos como el panteón de Mezquitán.
Son cientos de testimonios los que cuentan que, al intentar lograr esta hazaña, son asustados por oscuras presencias, aterradoras voces y escalofriantes sombras.
El día de hoy en esta propiedad yace el Museo de Periodismo y Artes Gráficas de Guadalajara, que recibe al publico no sin dejarles a algunos la sensación de ser observados desde el interior de la finca o sentirse vigilados por los imponentes perros que un día velaron lo que fuera el hogar de Jesús Flores.
Tú ¿te atreverías a cumplir la petición de este hombre?